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CENTRO NACIONAL DE LA GUARDIA DE HONOR

CIUDAD DE MÉXICO

corazondejesusLa Visitación, Santuario del Sagrado Corazón

A finales del siglo XII, un santo monje cisterciense llamado Joaquín, profetizaba:

"Se levantará un hombre que será grande y fiel siervo de Dios; juntará un pueblo que no será de su gente, sino del segundo sexo, débil y flaco; pero él le hará fuerte en Dios. Este pueblo estará lleno de luz, tendrá una devoción entera y muy grande a la adorabilísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Al Padre por una reverencia y confianza filial; al Hijo por una santa imitación de sus virtudes sagradas como humildad, dulzura, benignidad, caridad y dilección; al Espíritu Santo por una amplia posesión de sus dones. Este pueblo volverá enteramente su corazón hacia la Santísima Virgen, Madre Dios, bajo cuya protección marchará, vivirá y obtendrá el reino de los cielos.

Este pueblo caminará en la presencia de Dios, y su pretensión será crucificarse a sí mismo y subir sobre el monte Calvario, donde adquirirá una altísima perfección y unión con Dios y con el prójimo... Este gran hombre hará más de lo que habría pensado..."

Este santo monje no pudo definir mejor lo que fue, cuatro siglos más tarde, la Orden de la Visitación...

"Yo no sé -decía con gracia san Francisco de Sales,- yo no sé porqué me llaman Fundador; pues no he hecho lo que quería y he hecho lo que no quería"

En efecto, es una cosa bien diferente esta Visitación a lo que el santo había ideado; a cada paso que daba en la organización de su obra, un obstáculo imprevisto, invencible, le obliga a modificar sus planes y todo conduce suavemente a hacer de sus Hijas todo lo contrario de lo que había querido hacer.

Quería hacer de ellas Martas y Marías. Quería lanzarlas a la vida activa, y las mete en la contemplativa. Quería enviarlas por las ciudades y aldeas en busca de los que sufren, y las oculta a todas las miradas detrás de rejas impenetrables. Esta Visitación que debía asemejarse a una colmena, cuyas abejas irían a llevar la miel de la caridad a todas las llagas del alma o del cuerpo, se encierra de repente, se rodea de silencio. No es ya una colmena activa, es un santuario tranquilo, recogido, todo interior; algo semejante a lo que Dios pedía a Moisés cuando le decía: "Mira y costruye según el modelo que te he mostrado, un arca de cedro revestida de oro purísimo por dentro y por fuera, con dos querubines que tengan alas extendidas y los ojos cubiertos hacia el propiciatorio".

He aquí lo que nuestro Santo, sin pensarlo ha hecho de la Visitación; un arca silenciosa, toda revestida del oro puro de la caridad. Y aunque sin sospechar lo que un día sería: Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, escribe a su santa cooperadora, Juana Francisca Fremiot de Chantal, el 10 de junio de 1611:

“Buenos días, mi muy querida Madre, Dios me ha dado esta noche el pensamiento de que nuestra Casa de la Visitación, es por su gracia bastante noble y considerable para tener sus armas, su blasón, su divisa y su escudo. He pensado, pues, mi querida Madre, si estáis de acuerdo conmigo, que debemos tomar por armas un solo corazón atravesado de dos flechas y encerrado en una corona de espinas; este pobre corazón guardará en su concavidad una cruz que le dominará y será grabado con los sagrados nombres de Jesús y María.

Yo os diré, hija mía, en nuestra primera entrevista, mil pequeños pensamientos que me han venido sobre esto; porque verdaderamente, nuestra pequeña Visitación es una obra del Corazón de Jesús y de María. El Salvador moribundo, nos ha dado a luz por la abertura de su Sagrado Corazón."

Este 10 de junio de 1611 era el VIERNES después de la Octava del Santísimo Sacramento, el día mismo, escogido desde toda la eternidad para ser consagrado al Sagrado Corazón; día que sesenta y cuatro años más tarde, dirá Nuestro Señor a santa Margarita María: "Yo quiero que haya el viernes después de la octava del Santísimo Sacramento una fiesta solemne en la Iglesia toda entera, para honrar mi Divino Corazón".

Un siglo antes de entreabrir nuestro Señor su pecho adorable y declarar a la bienaventurada Margarita María que quería hacer depositarias a las Hijas de la Visitación depositarias de su Corazón, lanzando una mirada de amor sobre el que debía ser el Fundador del Instituto, formaba su corazón sobre el modelo del Suyo Divino y le hacía el más humilde y el más dulce de todos los corazones, para que practicase excelentemente esta lección: "Aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón".

Así, en tiempo lejano, se veía ya la imagen bajo la cual gustaba representarse san Francisco de Sales su pequeña Visitación: todas sus Hijas alojadas en el Corazón de Jesús, o bien, todos los corazones de sus Hijas alrededor del Corazón de Jesús y rindiéndole homenaje.

Y la santa Madre de Chantal decía al santo Obispo el día en que las Hermanas se mudaron a su primera casita: "Si las Hermanas de la Visitación son muy humildes y fieles a Dios, tendrán el Corazón de Jesús, su Esposos crucificado, por morada y habitación en este mundo, y su palacio celestial por habitación eterna".

En fin, para acabar de aclarar la idea y bautizar a la Visitación con su verdadero nombre, su Fundador las dice: "...mujeres evangélicas, establecidas en este último siglo para ser las imitadoras del Corazón de Jesús en la dulzura y la humildad, base y fundamento de su Orden, que las dará el privilegio y la gracia incomparable de llevar la cualidad de Hijas del Sagrado Corazón".

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